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30 may 2009



Dirigir como el Señor dirigió

Por el Pte. N. Eldon Tanner (1898 - 1982)

A fin de ser un buen líder o maestro--y utilizaré ambos términos alternativamente--en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es importante que cada persona se dé cuenta que es un hijo espiritual de Dios y que aquellos a quienes dirige también lo son. Es muy importante que aquellos que están recibiendo sus directivas sepan y comprendan que son hijos espirituales de Dios y cuán importante es este conocimiento en su vida; deben darse cuenta de que nuestro Padre Celestial está interesado en ellos, que desea que vivan de la manera que deben vivir y que está dispuesto a contestar sus oraciones y ayudarlos siempre que sea posible, si tan sólo lo escuchan.

Alguien ha dicho que la habilidad para dirigir requiere cierta intrepidez. Después de todo, esencialmente se trata de estar al frente, de ir primero, de afrontar a la muchedumbre, la congregación, el auditorio desconocido de miles de personas, o la mirada fija de uno solo que duda.

Cualquiera es un líder, o tiene influencia en la vida de otros aunque quizás no se percate de ello. El interrogante es: "¿Qué clase de líder será?""¿Qué influencia ejercerá?"

Cada individuo debe hacer su propia decisión en cuanto a la clase de director que será para poder decir tal como Jesús, "Sígueme" y "Ve, y haz tú lo mismo", sabiendo que está dirigiendo en el sendero de verdad y rectitud. Esta debe ser la meta de todo líder.

A fin de dirigir como Jesús lo hizo, nos enfrentamos con muchos desafíos. Uno de los primeros pasos para hacerles frente, es darse cuenta de que Cristo es un modelo de dirección correcta; y según como estudiemos las escrituras que son el registro de su vida y enseñanza, éstas pueden convertirse en un estudio de esa forma divina de dirigir. Para poder dirigir como Él, es importante que escudriñemos y comprendamos las Escrituras, y las apliquemos a nuestra vida.

Como dijo Nefi, debemos aplicar "las escrituras a nosotros mismos" (1 Nefi 19:23); y como dijo el Señor, "Viviréis con toda palabra que sale de la boca de Dios" (DyC 84:44).

En 3 Nefi leemos:"Y bienaventurados todos los que son perseguidos por causa de mi nombre, porque de ellos es el reino de los cielos.
Y bienaventurados sois cuando por mi causa los hombres os vituperen y os persigan y falsamente digan toda clase de mal contra vosotros; Porque tendréis gran gozo y os alegraréis en extremo, pues grande será vuestro galardón en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

De cierto, de cierto os digo que os doy a vosotros ser la sal de la tierra; pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada la tierra? De allí en adelante la sal no servirá para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Y he aquí, os he dado la ley y los mandamientos de mi Padre, para que creáis en mí, que os arrepintáis de vuestros pecados y vengáis a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito. He aquí, tenéis los mandamientos ante vosotros, y la ley se ha cumplido.

Por tanto, venid a mí, y sed salvos; porque en verdad os digo que a menos que guardéis mis mandamientos que ahora os he dado, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos."
(3 Nefi 12:10-13, 19-20)

Cuando Cristo vino a la tierra a salvar a la humanidad para que pudiesen volver a vivir con su padre celestial, no dijo "obedeceré esta ley, pero no obedeceré aquella"; con respecto a los mandamientos no dijo "esto haré; esto no lo haré". Pese a su gran prueba, dolor y sufrimiento en el Jardín de Getsemaní, perseveró hasta el fin y dio su vida para que el hombre pudiese tener inmortalidad y vida eterna.

Es muy importante que aprendamos a obedecer y a guardar los mandamientos de Dios. Se ha dicho que la obediencia no es la característica de un esclavo, sino una de las cualidades excelentes de un líder.

Algunas personas no llegan a ser grandes líderes porque no han aprendido a seguir instrucciones… ni siquiera las enseñanzas de Jesucristo. Por lo tanto, a fin de dirigir como Jesús dirigió, debemos primero aprender a seguir a Cristo tal como Él siguió a su Padre. Debemos tener presente aquellas metas eternas a las que he hecho referencia, y como hijos espirituales de Dios llegar a ser cada día más parecidos a Él hasta que seamos perfectos. No sólo debemos creer en Cristo sino seguirlo, adorarlo y ser siempre obedientes a sus mandamientos.

Cuando se le preguntó a José Smith qué hacía para gobernar tan bien a su gente, respondió: "Les enseño principios correctos y ellos se gobiernan a sí mismos". Esta es la esencia del método de dirigir del Señor, implicando que debemos estar seguros de que enseñamos principios correctos, teniendo un testimonio y comprensión del evangelio. El entenderlos principios del evangelio concede más libertad y progreso que lo que se consigue entrenando solamente sobre los métodos.

Un líder en la Iglesia es también un maestro, y uno de los instrumentos más eficaces en la enseñanza es el ejemplo, el cual Cristo siempre utilizó.

Aunque no nos demos cuenta, lo que enseñamos mediante el ejemplo se vuelve más persuasivo que lo que enseñamos por precepto, y dejará una impresión mucho más duradera en el que lo recibe.

Para ser un líder o maestro eficaz, uno debe mostrar amor (y verdaderamente sentirlo) por la persona que está tratando de instruir. Ningún poder motiva más a una persona que el poder del amor.

Cristo amó a todos: al débil, al pecador, al justo. A veces aquellos que parecen menos merecedores son los que más lo necesitan.

A pesar de que no apreciemos ni aprobemos lo que alguien haga, todavía debemos mostrar amor por esa persona.

En esas ocasiones el líder necesita ser paciente y comprensivo; no debe actuar en forma apresurada, y nunca debe reaccionar negativamente. No toda la gente puede seguir su mismo paso.

El presidente Joseph F. Smith dijo:"En quienes dirigen, son casi imperdonables la impaciencia indebida y una mente melancólica, y hay ocasiones en que se requiere casi tanto valor para esperar como para obrar.

Se espera pues que los directores del pueblo de Dios, así como el pueblo mismo, no sientan que deben hallar una solución inmediata a todo problema que surge para perturbar el llano curso de su camino."
(Doctrina del Evangelio pág. 151)

Otro paso muy importante es la delegación. Se debe dar una mayordomía significativa a aquellos a quienes se les delega responsabilidad. El líder tiene el deber de asignar la mayordomía y cada individuo debe aceptarla y comprometerse a efectuar los deberes que se le enseñen, recibiendo la autoridad así como la responsabilidad. Se ha dicho que en una ocasión Sócrates, filósofo griego que vivió entre 470 y 339 a.C. dijo: "Cualquiera que sea el deber que me asignares, primero preferiría morir mil veces que no hacerlo".

Un líder nunca debe tratar de efectuar el trabajo de aquel a quien le ha dado la asignación de realizarlo. Como dijo el Pte. Harold B. lee: "Dejadles hacer todo lo que esté a su alcance mientras les observáis de lejos, y les enseñáis la manera de hacerlo". Creo que allí yace el secreto del progreso, el asignar responsabilidad y luego enseñar a nuestra gente cómo efectuar esa responsabilidad.

Dadles libertad para efectuar sus tareas; nunca los critiquéis, sino elogiad su éxito y alentad sus esfuerzos. Debemos hacer que cada persona se dé cuenta de la gran importancia de su llamamiento. Un líder no debe ser aquel a quien se refieren o consideren como jefe, sino tal como el Salvador enseñó, aquel que sirve con la gente. Él dijo: "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo" (Mateo 23:11), y nos puso el gran ejemplo cuando les lavó los pies a sus discípulos. También dijo: "Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mateo 23:12). Recuerdo que muy a menudo el presidente Grant decía que él nunca hacía la asignación para que alguien efectuara un trabajo que él mismo no estuviera dispuesto a realizar.

Un buen líder se preocupa por el bienestar de sus seguidores o el de aquellos a quienes sirve. Como ministro gubernamental de la provincia de Alberta, Canadá, tuve que tomar muchas decisiones difíciles. Siempre me preguntaba: "¿Qué es lo mejor para la provincia, para la gente, para los empleados del departamento?" También discutía los problemas con los directores de las diversas divisiones, particularmente con los de las afectadas por el problema, y les hacía sentir que por lo menos ellos tenían una parte de la responsabilidad. Después acudía al Señor para recibir su ayuda, la cual siempre llegaba y me permitía tomar decisiones que de otro modo no hubiera podido hacer.

Como líderes, debemos darnos cuenta de lo que dijo el señor: "Esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

Asimismo dijo: "De modo que, siendo vosotros agentes, estáis en la obra del Señor; y lo que hagáis conforme a su voluntad es el negocio del Señor"(DyC 64:29).

Sí, como líderes nos encontramos en la obra del Señor y es preciso que prestemos máxima atención al desarrollo personal de cada individuo mediante la enseñanza de principios correctos, tratando de guiarlo para que se prepare para la inmortalidad y la vida eterna.

Esto debemos hacerlo mediante el ejemplo y el precepto, y luego prepararnos para ayudarlo y apoyarlo en sus esfuerzos, aunque es necesario que le permitamos tomar sus propias decisiones y autogobernarse mediante el don del albedrío.
Recordemos las palabras del Señor a José Smith respecto a la mayordomía: "…Porque el Señor requiere de la mano de todo mayordomo, que dé cuenta de su mayordomía, tanto en el tiempo como en la eternidad..." (DyC 72:3).

Cuando un líder hace una asignación, ésta debe entenderse perfectamente , definiendo claramente el área de responsabilidad ; entonces la persona debe tener la libertad para actuar y completar la asignación, estableciendo un período específico para presentar el informe final. Siempre se debe informar al líder, y éste debe esperar dicho informe.

El instrumento básico que se utiliza en la Iglesia para obtener esta información es la entrevista personal. Si la relación entre el que va a ser entrevistado y el que efectúa la entrevista es lo que debe ser, ésta puede ser una valiosa experiencia para ambos ya que les da la oportunidad de ofrecer una autoevaluación, donde la comunicación debe ser franca y constructiva.

Es una oportunidad ideal para ofrecer y recibir ayuda y guía.
Mi experiencia en el gobierno y en el mundo de los negocios, así como en la Iglesia, me ha hecho notar la imperiosa necesidad de una delegación adecuada de autoridad, de asegurarse que se lleva a cabo la asignación y recibir un informe.

Debemos considerar siete pasos que Cristo siguió en cuanto a delegación:

Primero: La organización de la Iglesia que Jesús estableció estaba basada en una forma de autoridad delegada.

Segundo: Al delegar, Jesús no hizo que las asignaciones parecieran fáciles, sino emocionantes y difíciles.

Tercero: A los que llamaba, Jesús les hacía saber claramente sus deberes.

Cuarto: Ponía en ellos plena confianza, tal como su Padre había hecho con Él.

Quinto: Les daba su absoluta lealtad, y esperaba lo mismo de ellos.

Sexto: Esperaba mucho de aquellos a quienes delegaba responsabilidad, y estaba preparado a dar mucho.

Séptimo: Jesús enseñó que el que dirige debe seguir el progreso y recibir un informe de aquellos a quienes sea delegado responsabilidad; debe elogiar y reprender cuando sea necesario pero con espíritu de amor.

Nuestra única esperanza de grandes yace en seguir el ejemplo de Cristo. Entonces, para ser un buen líder, uno debe hacer lo siguiente:

  1. Mirar a nuestro Salvador como el ejemplo perfecto de director.
  2. Aceptar el papel de maestro y siervo.
  3. Buscar en las Escrituras los principios correctos.
  4. Orar para recibir ayuda, escuchar y responder.
  5. Ayudar al individuo a desarrollar el autogobierno.
  6. Hacer a las personas responsables por su trabajo.
  7. Expresar agradecimiento adecuado.
  8. Dar un ejemplo personal compatible con lo que enseña.
  9. Escuchar la palabra del Presidente de la Iglesia, que es un profeta de Dios y seguir su consejo y ejemplo.


Artículo publicado en la Liahona de enero de 1978
Estilo SUD,