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4 may 2009


La importancia de la GRATITUD en nuestro hogar.

El ser agradecidos nos lleva a la acción, al deseo de corresponder, de hacer feliz a quien nos favoreció, de ayudar, de hacer algo y, en especial, de dar. La gratitud no debe ser una obligación sino un manantial natural en nuestro corazón.


En la actualidad es común un bombardeo desmedido en nuestros hogares de noticias que llevan como mensaje principal el descontento. Todos los medios de comunicación presentan constantemente informes y programas que exhiben la confusión y la amargura que parecen estar listas a precipitarse sobre nosotros. Al final del día el sentimiento que prevalece es la injusticia de la vida y de lo infelices que somos.

Si permitimos que esa onda de disconformidad vibre con tanta frecuencia en el seno de nuestro hogar sin contrarrestarla, muy fácilmente desarrollará raíces profundas en nuestros corazones y un temible enemigo para la felicidad y la unión de la familia puede aparecer: La Ingratitud. Nos vuelve resentidos, amargados, egoístas, y nos nubla la visión, algo demasiado peligroso para manejar en este viaje terrenal.



Sin sugerir que los hechos mencionados por la prensa, pocos en relación con todas las cosas buenas que suceden en el mundo y que se dejan pasar desapercibidas, sean erróneos, aprovecha una tendencia natural del hombre a estar desconforme y a no dar valor a la infinidad de cosas por las que debemos sentirnos agradecidos.

Vendría muy bien a todo el mundo que se destacaran más todas las evidencias de amor y bondad, grandes y pequeñas, llevando al agradecimiento y a la gratitud. Pero, claro, eso es casi una ilusión porque no vende tanto como divulgar lo malo.

Sin embargo, como padres, como líderes en nuestros hogares, podemos contrarrestar los efectos de esta sutil arma de Satanás para hacernos sentir infelices, cuidando que la gratitud sea una cualidad instalada en cada miembro de nuestra familia. Si lo hacemos cada día, aún en los cimbronazos que pueden provocar épocas de pruebas o de dolores personales o familiares, no perderemos la visión de nuestras riquezas verdaderas y desarrollaremos la habilidad de volver positivas las cosas que en apariencia o en principio pueden parecer negativas. Por supuesto, no es una tarea fácil y requiere atención constante, pero con el transcurrir de los años, comprobaremos que los resultados obtenidos habrán hecho más felices a aquellos que tanto amamos y en consecuencia, a nosotros mismos.

Algunas ideas que pueden ayudar:
Ser ejemplo
Nada podemos enseñar como maestros sin ser ejemplo. El desafío comienza con nosotros mismos. Debemos estar realmente agradecidos por todo lo que tenemos y reconocer y valorar cada bendición que recibimos. Obviamente no podemos esperar a ser perfectos para recién enseñar, pero sí es de suma importancia que hayamos tomado un firme compromiso individual de alcanzar la meta y de hacer los cambios que ello requiera.

Compromiso familiar
La noche de hogar puede ser una excelente oportunidad para explicar el principio. Todos deben entender los beneficios de ser agradecidos. Pero como el conocimiento no alcanza, fijar una meta que lleve a aplicar lo aprendido durante los próximos días, tal vez con la próxima noche de hogar como fecha de evaluación, es fundamental. Pero es sólo el comienzo y la actividad no puede limitarse a una semana. También, las entrevistas que tengamos con nuestros hijos brindan buenas oportunidades para reafirmar la enseñanza y aclarar cualquier duda personal que pueda existir.

Tener en cuenta pequeñas y grandes bendiciones
Es muy fácil sentirse agradecido por los grandes acontecimientos que suceden en la familia, pero usualmente pasamos por alto los pequeños actos diarios sin darnos cuenta que, en conjunto, son responsables de la felicidad en nuestra vida.
Bien dijo el escritor Rabindranath Tagore: ‘Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra’.

Actos de agradecimiento y no sólo palabras
Es cierto que ‘gracias’ es una palabra mágica, al igual que ‘por favor’, pero siempre y cuando se las use con absoluta sinceridad. Es muy fácil detectar cuando sólo son usadas como un formulismo parte de una simple rutina. Tal como en el amor, las palabras son huecas sino están ampliamente respaldadas por los hechos.
El ser agradecidos nos lleva a la acción, al deseo de corresponder, de hacer feliz a quien nos favoreció, de ayudar, de hacer algo y, en especial, de dar. La gratitud no debe ser una obligación sino un manantial natural en nuestro corazón.

Parámetro: nuestras oraciones
Analicen el tiempo que utilizan en sus oraciones para agradecer y el que usan para pedir. Nos dará una idea clara de cómo está instalada la gratitud en nuestra vida.

Actividades
Hay muchas actividades que podemos usar en nuestra familia para entusiasmar a los niños (y a los grandes) a poner en práctica el principio enseñado. Uno puede usar toda su creatividad y el derecho a recibir inspiración.
A modo de ejemplo, presentamos ésta:

Alcancía de la Gratitud
Durante la noche de hogar en que enseñe acerca de la Gratitud, presente una lata o caja con tapa, que pueda servir como alcancía. Permita que los niños la decoren y le coloquen una etiqueta que diga:
‘Estoy agradecido por…’
Cada día de la semana, cada miembro de la familia debe escribir, en una tira de papel, algo por lo cual está agradecido a algún miembro de la familia. Los más pequeños no deben quedar excluidos y los padres pueden ayudarlos.
La alcancía de la Gratitud será abierta en la siguiente noche de hogar y muchas sonrisas aparecerán al ser leído cada papel. Una torta, helado o postre puede ser el premio a la actividad y el incentivo para el comienzo de una nueva.
No importa cuánto nos cueste, instaurar la gratitud en nuestra vida y en nuestro hogar nos dará mejores resultados que dejarnos llevar por la disconformidad y el desaliento que termina conduciéndonos al abandono de los principios y a la infelicidad.

“Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado; y le serán añadidas las cosas de esta tierra, hasta cien tantos, sí, y más.” (DyC 78:19)

“La gratitud es un principio lleno del Espíritu; nos hace reconocer un universo en el que está presente la riqueza de un Dios viviente.”(Bonnie D. Parkin, Liahona mayo 2007, pág.34)

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