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6 may 2009


¿Quienes son los Lamanitas?

Por Richard O. Cowan

Los Santos de los Últimos Días podrán apreciar mejor el destino profético de los lamanitas actuales, al tener un conocimiento correcto de quiénes son en realidad. Al escribir sobre este tema, Dean L. Larsen, Presidente de la Misión del Sur de Texas, observó:

Hay personas que, después de leer la historia de la maldición de los lamanitas, han sacado en conclusión que aquellos que conocemos como lamanitas en la actualidad, son los descendientes directos de (sólo) la progenie degenerada de Laman y Lemuel. Otros tienen el concepto de que existen dos líneas paralelas señaladas en la historia del Libro de Mormón; una que representa los descendientes de Laman y Lemuel la cual continúa hasta hoy, y la otra que representa la simiente del favorecido Nefi; línea que terminó aproximadamente 420 D.C.

Si esto fuera cierto uno tendría una buena razón para sentirse avergonzado al obsequiar una copia del Libro de Mormón a un lamanita y decir: "Esta es la historia de vuestros padres." Sin embargo, Larsen señala que las supuestamente separadas líneas nefitas y lamanitas, periódicamente convergieron, y que por "prolongados períodos de tiempo . . . no hubo dos líneas, sino sólo una."

El Libro de Mormón registra que después de la muerte de Lehi, su familia se dividió en dos bandos enemigos. El Señor puso la maldición de un cutis oscuro sobre Laman y Lemuel y sus seguidores para distinguirlos de sus hermanos justos. (2 Nefi 5:1-25) Por varios siglos los nefitas y lamanitas vivieron separadamente; por tanto, el concepto tradicional de que los nefitas eran justos y los lamanitas inicuos, es exacto por lo menos en las primeras etapas del Libro de Mormón. (Véase por ejemplo, Enós 20)

Pero estas dos razas no permanecieron puras por mucho tiempo. De vez en cuando hubo grupos apóstatas que no estaban de acuerdo con los nefitas y se unieron a los lamanitas. Los nefitas que decidieron quedarse cuando Mosíah sacó a los justos de la tierra de Nefi nunca aparecieron; presumiblemente fueron asesinados o se unieron a los lamanitas que se apoderaron de su país. Dos generaciones más tarde, Amulón dirigió a los inicuos sacerdotes nefitas del rey Noé hacia el desierto, en donde secuestraron a algunas de las "hijas de los lamanitas." (Mosíah 20:1-5) Este fue el principio de los amulonitas, que, como los amalekitas (otro grupo de los disidentes nefitas), subsecuentemente agitarían el odio antinefita entre los lamanitas. (Ver Alma 21:1-3; 43:13)

Otros nefitas apóstatas que se unieron a los lamanitas incluían a los seguidores de Nehor y Amlici (Alma 1, 2), los zoramitas (Alma 43:4) y los seguidores de Amalickíah (Alma 47).

Los esfuerzos nefitas de convertir a las lamanitas no tuvieron éxito hasta que los cuatro hijos del rey Mosíah les llevaron el evangelio aproximadamente 91 A.C. Miles se convirtieron (Alma 23:5) y dejaron su país para ir a levantar sus hogares entre los nefitas en Zarahemla. Estos conversos fueron conocidos como el Pueblo de Ammón; todos eran de sangre lamanita pura, y no nefitas apóstatas convertidos. (Alma 24:29) Dos mil de los hijos de estos lamanitas ganaron distinción mediante su fiel y valiente servicio en defensa de su recién adoptada tierra nefita. (Véase Alma 56, 57)

En el año 30 A.C, otro gran esfuerzo misionero por parte de Nefi y Lehi, los hijos de Helamán, dio como resultado la conversión de más de la mitad de los lamanitas. (Helamán 6:1, 2, 7, 8) Esto dio lugar a un nuevo aspecto en la historia del Libro de Mormón. Los lamanitas siguieron en rectitud y persiguieron a los ladrones de Gadiantón, mientras que al mismo tiempo los nefitas se hacían más perversos y apoyaban esta organización de ladrones entre ellos. (Helamán 6:34-38;véase también el capítulo 15) El extraordinario ejemplo de una situación completamente contraria, fue el hecho de que Samuel, un profeta lamanita, fuera enviado a llamar a los nefitas al arrepentimiento. (Helamán 13, 14)

Trece años después del nacimiento de Cristo apareció otro aspecto diferente. La mayoría de los lamanitas fieles y la minoría de los nefitas se unieron contra los ladrones, que habían ganado poder, especialmente entre los nefitas. Es importante notar que a medida que los lamanitas vivían en rectitud, les fue quitada la maldición del cutis oscuro. (3 Nefi 2:11-16; 6:10-14)

De esta manera, desde antes que Cristo apareciera en América, las razas nefitas y lamanitas se habían mezclado en gran manera. El Libro de Mormón registra que en el tiempo del gran cataclismo que marcó la crucifixión de Jesús, los justos fueron preservados, tanto aquellos de linaje nefita como lamanita. (3 Nefi 10:18) Aproximadamente dos siglos después de la visita del Salvador, las personas estaban completamente unidas (4 Nefi 17); por tanto la extinción de cualquier distinción sanguínea fue completa.

Finalmente, cuando esta distinción se suscitó de nuevo, no fue por las líneas de sangre; aquellos que habían apostatado de la Iglesia tomaron sobre sí el nombre de "lamanitas". (4 Nefi 20) Aquellos que permanecieron fieles fueron llamados "nefitas", pero en el tiempo de la gran batalla en Cumora en el año 285 D.C., los "nefitas" habían apostatado aún más que los "lamanitas". A pesar de que la nación "nefita" fue destruida como tal, muchos de los apóstatas salvaron sus vidas al unirse a los "lamanitas". (Moroni 9:24) Mormón había escrito que la maldición y marca de los "lamanitas no había regresado todavía, pero que caería sobre este pueblo a causa de su iniquidad." (Mormón 5:15) La nación "lamanita", la cual fue preservada, incluía descendientes no sólo de Laman y Lemuel, sino también de Nefi y sus hermanos fieles. (Véase D yC . 3:16-20) No obstante que este grupo era menos inicuo que los "nefitas", tenían que arrepentirse para gozar de todas las bendiciones que el Señor les había prometido. (2 Nefi 30:3-6)

Entre los antepasados lamanitas se encuentran grandes profetas nefitas, y fieles lamanitas como Samuel y los dos mil "hijos" de Helamán. Él Señor generalmente usa el nombre "lamanita" para referirse a estos descendientes de Lehi. El Señor ha prometido que "los lamanitas florecerán como la rosa". (Doc. y Con. 49:24) Es la misión de los Santos de los Últimos Días, tanto lamanitas como no lamanitas, el ser instrumentos en las manos del Señor para ayudar a este pueblo escogido a cumplir su destino.