EN BUSCA DE LA VERDAD
Buscadores de la Verdad
EN TODAS las épocas ha habido muchos hombres, en distintos países, que han buscado la verdad diligentemente. En la China antigua tenemos a Lao Tsé y a Confucio; en India, a los brahmanes, Buda, Nanak y otros; a Zoroastos en Persia; Mahoma en arabia; en las épocas medievales y modernas, a hombres como Clemente de Alejandría, Orígenes, Cipriano, Juan Huss, Erasmo, Lutero, Zwinglio, Calvino, Knox y otros. Se manifestaron en ellos las cualidades de integridad, sinceridad de própósito y honestidad. Fueron personas devotas, resueltas y atrevidas en cuanto a su búsqueda. Poseían ciertas virtudes que todo investigador debe poseer al andar por la senda que conduce a la verdad. Tenían el deseo de conocerla y poseerla. La amaban más que a las cosas terrenales. Su fe era fuerte. No había obstáculo que pudiera inpedir su carrera. Ni vacilaron ni se apartaron del camino, sino que persistentemente lucharon por seguir adelante durante largos años de sufrimiento, en algunos casos costándoles la vida. Eran de corazón humilde, dispuestos a sacrificar cualquier cosa por la causa que habían abrazado. Deseaban orientación divina y rogaban que se les concediese. Indudablemente la recibieron en cierto grado. Eran personas buenas y grandes, y se esforzaron por iluminar a su pueblo con la verdad. Sin embargo, a pesar de sus finas cualidades se hallaban limitados, pues no se les había conferido la autoridad divina. Estaban preparando el camino para la verdad mayor, y sin ellos el mundo se habría hallado en tan completo estado de tinieblas, que no se habría realizado la aurora de la verdad completa.