.header .widget { margin-top: 4px; margin-bottom: 4px; width: 900px; padding: 0 95px; }

Titulo

Image and video hosting by TinyPic

¡Bienvenid@s!

Aún cuando los temas y materiales aquí publicados puedan ser usados con tranquilidad por los miembros de la Iglesia, aclaro que éste no es un sitio oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Y si quieres contactarme puedes hacerlo:

Vía mail: ajchinchilla@gmail.com

10 ene 2010

La Iglesia Divina Restaurada - Parte I - Introducción

Hoy comienzo la publicación de una serie de artículos de un libro que el Señor en su infinita bondad para conmigo, coloco en mis manos durante mi misión (1978 - 1980), el cual me dió mucha más luz y entendimiento en cuanto al propósito de la restauración de Su Evangelio, Su Iglesia y Reino sobre la tierra. Es un libro que fué publicado en los años 60 cuando Venezuela por aquel entonces era parte de la Mision Andina. (Creo era la única en Suramérica). El libro fue escrito por Roy A. Walker y traducido por Eduardo Balderas.

Lo comparto con ustedes con la convicción de que al igual que pasó conmigo, les aportará mayor luz y conocimiento del evangelio restaurado, a la vez que fortalecerá sus testimonios.

Estaré publicando un capítulo cada semana, son 27.

Disfrútenlo.


EL EVANGELIO ES UN PLAN DIVINO ETERNO

LA GENTE del mundo tiene muchas teorías respecto del origen del evangelio. Algunos sostienen que fue introducido primeramente por Cristo mientras vivió entre los hombres. Otros afirman que empezó con Adán, mientras que otros dicen que se preparó antes de que el mundo fuese.

Sucede que así como los hombres han debatido sobre el origen del evangelio, en igual manera han contendido los unos con los otros concerniente a su destino aquí sobre la tierra. Las diversas opiniones que han sostenido se deben a dos hechos importantes:

Primero, la falta de revelación (porque una proporción muy grande del género humano ha negado generalmente la revelación). Segundo, porque por esa misma falta de revelación, los hombres no han podido interpretar correctamente esa porción de la palabra del Señor que se ha dado en sus santas Escrituras.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, se halla en una posición particularmente singular para poder hablar con conocimiento y autoridad sobre este asunto. Esto se debe, ante todo, a que la Iglesia goza de revelación contínua, por medio de la cual se recibe nuevo conocimiento cuando se necesita, y en segundo lugar, a causa del poder del Sacerdocio, en el cual está investida la autoridad divina para interpretar la palabra de Dios.

Teniendo ante nosotros las consideraciones anteriores, sigamos brevemente el curso del plan del evangelio.

1.El evangelio en la vida preexistente. - Puede comprobarse en forma cabal que el evangelio es anterior a la vida terrenal del hombre. Las Sagradas Escrituras dan testimonio de ello. Cuando el Señor permitió que Moisés viera, en visión, la extensión de sus creaciones y propósitos, esto fue lo que le dijo:
“ ...Y yo, Dios, el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pués, tu honra.
Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre.
Pués, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese hechado abajo por el poder de mi Unigénito;
y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres, y llevarlos cautivos según la voluntad de él, si, a cuantos no quieran escuchar mi voz” (P.de G. P., Moisés 4: 1-4)
Abrahán, que vivió antes de Moisés, también reconoció la naturaleza eterna del evangelio. Comentando la felicidad, justicia, conocimiento y sacerdocio - todos los cuales estabán relacionados con el plan de vida y salvación – declaró lo siguiente:
“Me fue conferido de los padres; descendió de los padres, desde que comenzó el tiempo, sí, aun desde el principio, o sea, antes de la fundación de la tierra hasta el tiempo presente, a saber el derecho del primogénito, o sea, del primer hombre el cual es Adán, nuestro primer padre, y por conducto de los padres hasta mí”(P.de G.P., Abrahán 1:3)
Refiriéndose a la parte que desempeñó Satanás en relación con el evangelio en la vida preexistente, el hermano James E. Talmage escribe de esta manera:
“La palabra revelada nos hace saber que en un tiempo Satanás fue un ángel de luz, conocido entonces como Lucifer, un Hijo de la Mañana; pero su egoísta ambición lo hizo aspirar a la gloria y el poder del Padre, y para lograrlo hizo la perniciosa proposición de redimir a la familia humana por medio de la compulsión. Frustrándosele este proyecto, encabezó una rebelión en contra del Padre y del Hijo, llevándose una tercera parte de las huestes del cielo a su confederación inícua...... El derecho del libre albedrío, sostenido y defendido en la lucha que se verificó en el cielo, quita la posibilidad de que se use de la compulsión en esta labor diabólica de degradación.”(Los Artículos de Fe, por James E. Talmage, Págs. 68 y 69).

¿Contra qué fue lo que se rebeló Satanás en aquella lejana época, que causó que aún las fuerzas del cielo contendieran en tan grande conflicto? No podía ser otra cosa más que el plan divino que se había adoptado, y el cual el Padre y el Hijo proveyeron para el bienestar y salvación de los hijos de Dios.

La característica principal de este plan, razón por la cual parece que se entabló esta gran batalla, fue el Albedrío. Es la primera ley de la vida inteligente. Es la ley por la cual los hombres han tenido que luchar en la actualidad aun como tuvieron que defenderla en el mundo espiritual. Sin embargo, persiste de edad en edad, de eternidad en eternidad, así como perdura el evangelio del cual forma parte.

2. El evangelio en el tiempo de Adán. – Si Dios ningún interés tuviera en el género humano, como lo sostienen muchos individuos, y aún algunas de las religiones del mundo, bien podríamos concluir que no habría dispuesto nada para su bienestar. Pero sí está interesado: estima a todos los hombres. Una de las declaraciones más significativas es la que Dios hizo a Moisés cuando le dijo:
“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”(P. de G. P., Moisés 1: 39)
Tan noble propósito forzosamente debe incluir algún plan, algún sistema de gobierno que inspire, ayude, instruya y gobierne al hombre en su progreso hacia la inmortalidad y la vida eterna. Semejante plan estuvo a la disposición del hombre en cuanto éste pudo ejercer su criterio y escoger libremente entre el bien y el mal o, en otras palabras, escoger inteligentemente en lo concerniente a los asuntos de la vida. Fue entonces cuando el Señor les dio Mandamientos (a Adán y Eva) de adorar al Señor su Dios y ofrecer las primicias de sus rebaños como ofrendas al Señor.
“Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás. Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, si, cuantos quieran”.(Moisés 5: 6 - 9)

En el pasaje anterior notamos ciertos principios del evangelio que nos son familiares: el sacrificio a semejanza del gran sacrificio que nuestro Salvador iba a hacer por el género humano; la invocación del Señor en el nombre de Jesucristo; el arrepentimiento; el don del Espíritu Santo y la redención de todo el género humano, “si, cuantos quieran”.

Aprendemos, además, que le fue enseñado a Adán el principio del bautismo, pues habiendo clamado al señor que le diera conocimiento respecto de él, "....lo arrebató el Espíritu del Señor, y fue llevado al agua, y sumergido en el agua, y sacado del agua. Y de esta manera fue bautizado, y el Espíritu de Dios descendió sobre él, y así nació del Espíritu, y fue vivificado el hombre interior” (Moisés 6: 64-65)

Después de someterse a las ordenanzas del bautismo y habiendo sido iluminado por el Espíritu Santo, Adán enseñó estas cosas a sus hijos; y muchos creyeron y llegaron a ser “hijos de Dios”, mientras que otros no creyeron y padecieron las consecuencias de su desobediencia e incredulidad. Así fue como el Señor mismo dió el evangelio a Adán, el primer hombre.

3. El evangelio en épocas subsiguientes - Desde los días de Adán en adelante, se predicó el evangelio a los hijos de los hombres, como ya se ha dicho.
“Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio, siendo declarado por santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo. Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza; y se predicó el evangelio, y se proclamó un decreto de que estaría en el mundo hasta su fin; y así fue" (P. de G. P., Moisés 5: 58 - 59)

Pero aun cuando el evangelio fue predicado sincera, ferviente y vigorosamente, como bien podemos imaginar, no todos los oyentes lo escucharon y creyeron; de hecho, muchos reaccionaron tan inícuamente, que el evangelio fue quitado de la tierra. Esto queda ilustrado en el caso de Israel durante el tiempo que anduvo errante en el desierto. Por motivo de que el pueblo no pudo vivir de acuerdo con la ley más alta, la que pertenecía al Sacerdocio de Melquisedec, les fue dada la ley menor, o sea, la “ley de los mandamientos carnales”. Antes del tiempo de Moisés, el evangelio y el Santo Sacerdocio fueron preservados por hombres como Enoc, Noé, Melquisedec y Abrahán; después de Moisés, por grandes profetas, entre ellos Samuel, Natán, Elías el profeta, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.

Citaremos las palabras del hermano B. H. Roberts sobre este punto, aunque parezcan redundantes:
“Debe decirse...... que aún cuando el Señor quitó a Moisés de entre el Israel antiguo, así como el Santo Sacerdocio de Melquisedec, como institución y como organización, es patente que en épocas subsiguientes se dieron dispensaciones especiales de ese sacerdocio a profetas individuales, como Samuel, Natán, Elías el profeta, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; porque estos hombres ejercieron poderes y disfrutaron de privilegios que pertenecen exclusivamente al sacerdocio de Melquisedec”. (Introduction to Documentary History of the Church, Pág. xxxi).

En una revelación que le fue dada los días 22 y 23 de Septiembre de 1832, el profeta José Smith aclara que fue del evangelio durante el largo periodo desde Moisés hasta Juan el Bautista. Este es el mensaje:
“Y este sacerdocio mayor administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios. Así que, en sus ordenanzas, se manifiesta el poder de la divinidad. Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio, el poder de la divinidad no se manifiesta a los hombres en la carne; Porque sin esto, ningun hombre puede ver la faz de Dios, si, el Padre, y vivir. Moisés claramente enseñó esto a los hijos de Israel en el desierto, y procuró diligentemente santificar a los de su pueblo, a fin de que vieran la faz de Dios. Más endurecieron sus corazones, y no pudieron aguantar su presencia; por tanto, el Señor en su ira, porque su ira se había encendido en contra de ellos, juró que mientras estuviesen en el desierto no entrarían en su reposo, el cual es la plenitud de su gloria. Por consiguiente, tomó a Moisés de entre ellos, y el Santo Sacerdocio también. Y continuó el sacerdocio menor, que tiene la llave del ministerio de ángeles y el evangelio preparatorio, el cual es el evangelio de arrepentimiento, y de bautismo, y la remisión de pecados, y la ley de los mandamientos carnales, que el Señor en su ira hizo que continuara en la casa de Aarón entre los hijos de Israel hasta Juan; a quien Dios levantó, pues fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Porque se bautizó mientras estaba aún en su niñez, y cuanto tenía ocho días de edad, el ángel de Dios lo ordenó para ese poder, con el objeto de derribar el reino de los judíos y enderezar las sendas del Señor ante la faz de su pueblo, a fin de prepararlo para la venida del Señor, en cuya mano se halla todo poder”. (D&C 84: 19 - 28)

La última afirmación es significante porque es de naturaleza profética. Anuncia otra época del evangelio, el día en el que nuestro Señor mismo ha de ser el personaje y fuerza principal.

4. El evangelio en el Meridiano de los Tiempos – Limitados por el tiempo y el espacio, nos será imposible considerar ampliamente la institución y presentación del evangelio por el Maestro en este período del Meridiano de los Tiempos. El hermano B. H. Roberts nos ha proporcionado un espléndido resumen.

Conviene citar y estudiar sus palabras, que son las siguientes:
“Habiendo hablado del período entre Moisés y Juan el Bautista, llegamos a la Dispensación del Meridiano de los Tiempos. Esta principia con la predicación de Juan el Bautista en el desierto. Se ha hecho gloriosa por el ministerio personal de Jesus de Nazaret el Hijo de Dios; por sus padecimientos y muerte por la redención de la humanidad; por su gloriosa resurrección de los muertos; por su ministerio subsiguiente entre sus discípulos y su ascención final al cielo, al trono de su Padre; por el fiel ministerio de sus apóstoles, por medio de quienes se publicaron al mundo las buenas nuevas de la salvación del hombre; por establecimiento de su Iglesia como el intrumento mediante el cual el evangelio había de ser más extensamente proclamando, y los que aceptasen el evangelio fuesen más perfectamente instruídos en sus doctrinas, librados del error y finalmente perfeccionados en la vida cristiana. También salió a luz un tomo inspirado de Escrituras, el Nuevo Testamento, las enseñanzas de los apóstoles inspirados, en el cual quedaron incorporadas y establecidas en forma perdurable, las grandes verdades fundamentales del evangelio, y a las cuales podrían recurrir los hombres de todas las edades futuras como una declaración autorizada, no sólo de lo que Cristo dijo e hizo, sino también una afirmación de las doctrinas que se han de creer, los preceptos que se han de practicar, las ordenanzas que se han de observar. Con esta incorporación de las doctrinas principales de Cristo en un tomo de Escrituras que vivirían para siempre y serían publicadas en todos los idiomas del mundo, se proveyó el medio para que de tal manera se diseminara el conocimiento de Dios, que el mundo nunca más volvería a hallarse por completo sin ese conocimiento; y aunque la Iglesia llegase a corromperse, como más tarde ocurrió; aunque los hombres, ambicionando el honor y el poder, usurpasen la autoridad y estableciesen Iglesias en las cuales se enseñarían como doctrina los mandamientos de los hombres, como efectivamente sucedió; no obstante, en ese tomo de Escrituras los hombres tendrán en lo futuro una norma de verdad para probar las declaraciones de los que pretendieran ser maestros, y a la vez sostendría las grandes verdades del evangelio sobre el horizonte del conocimiento del mundo: La existencia y carácter de Dios; la manifestación de Él por medio de la persona y carácter de Jesús de Nazaret; la relación que existe entre Dios y el hombre, y la redención que le fue proveída mediante la expiación de Jesucristo. Todo ésto se efectuó en la Dispensación del Meridiano de los Tiempos; una obra grande realizada por el hijo de Dios y sus coadjutores; una obra que ha sido sellada no sólo por la sangre de Jesucristo, sino por la sangre de muchos testigos fieles, que dará vigor a su testimonio en el mundo”. (Introduction to Documentary History of the Church Págs. xxxi, xxxii).-