.header .widget { margin-top: 4px; margin-bottom: 4px; width: 900px; padding: 0 95px; }

Titulo

Image and video hosting by TinyPic

¡Bienvenid@s!

Aún cuando los temas y materiales aquí publicados puedan ser usados con tranquilidad por los miembros de la Iglesia, aclaro que éste no es un sitio oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Y si quieres contactarme puedes hacerlo:

Vía mail: ajchinchilla@gmail.com

4 may 2009


Resolución

Parece ser una característica de las reuniones de testimonio de los meses de diciembre y enero que escuchemos a muchos miembros hacer mención de ellas en sus testimonios como "la última reunión" o "la primera reunión" del año, según se trate. Entonces llega el momento de hablar de evaluaciones y metas.
Lamentablemente, en muchas ocasiones, estas metas no pasan de ser una simple expresión de deseos, que, aunque sinceros, pasados los festejos y con el transcurrir de los días, pasan al olvido y el futuro nos sorprende sin estar firmes sosteniendo el timón de nuestras vidas.

El 2 de enero de 1891, el élder John A. Widtsoe, siendo en ese entonces un joven emigrante noruego de 19 años, se sentó en su casa de Logan, Utah, y escribió lo siguiente:
"Me he dado cuenta de que soy tan débil como los demás mortales, tal vez más que la mayoría; y comprendo que sólo es feliz el que tiene un corazón puro, la conciencia tranquila, ama a Dios y obedece Sus mandamientos. También pienso que la felicidad en la vejez consiste en mirar hacia atrás y no hallar pecados graves, pero sí en haber tenido el valor de satisfacer los deseos más nobles del alma humana. Y como sé que mi vida no ha sido hasta ahora como me hubiera gustado que fuese, me fijo estas normas de conducta basándome en las cuales trataré de conducirme, y deseo que el Señor Todopoderoso me ayude en esta empresa."



Entonces escribió las siguientes diecisiete resoluciones que, ocho meses más tarde, pasó en limpio en su diario personal:
Resuelvo:

Primero: Que la religión , la ciencia de las ciencias, será la primera preocupación de mi vida.

Segundo: Que diariamente oraré a Dios.

Tercero: Que todos los días meditaré acerca de Dios y sus atributos, y trataré de ser como Él.

Cuarto: Que aceptaré y recibiré luz, sabiduría y conocimiento, no importa dónde o cuándo se me ofrezca.

Quinto: Que nunca me avergonzaré de confesar mi religión, creencias y principios, una vez que me convenza de su veracidad.

Sexto: Que no perderé el tiempo, sino que trataré de usarlo con sabiduría.

Séptimo: Que seré moderado en el comer y en el beber.

Octavo: Que nunca haré nada que no haría si ésta fuera la última hora de mi vida.

Noveno: Que leeré a diario la palabra de Dios para poder conocer su voluntad y ser confortado, fortalecido y animado.

Décimo: que cuando hable no diré nada más que la pura y simple verdad.

Undécimo: Que siempre haré lo que creo que es mi deber y lo que sea para beneficio de mis semejantes.

Duodécimo: Que viviré plenamente mientras esté en este mundo, para no ser un muerto viviente.

Decimotercero: Que nunca trataré de imponer mi opinión a otras personas con mis palabras ni hechos, sino que simplemente diré lo que pienso.

Decimocuarto: Que procuraré superar el hábito del mal genio, el hablar a gritos, los gestos impacientes, o cualquier cosa que pueda ofender a mis semejantes y herirme a mí mismo.

Decimoquinto: Que nunca olvidaré el deber que tengo para con mi madre, pues ella me ha dado la vida y le debo lo que soy y lo que seré más adelante. Ella ha pasado gran parte de su vida beneficiándome y le debo respeto, honor y todo el afecto que me sea posible dar. Que siempre recordaré mi responsabilidad de cuidar a mi hermano menor, y la que tengo para con mis amigos y familiares.

Decimosexto: Que completaré todos los trabajos que empiece; que consideraré cuidadosamente el propósito y los resultados de cualquier tarea antes de empezar a hacerla.

Decimoséptimo: que siempre recordaré que los hombres y mujeres a quienes encuentro en mi camino son en realidad mis hermanos, y que primero sacaré la viga de mi ojo antes de tratar de sacar la paja del ojo de mi hermano.

John A. Widtsoe vivía con su madre viuda y su hermano menor en una casa humilde; habían llegado de Noruega en 1884. Luego de muchos sacrificios para costear sus estudios, obtuvo el título de Bachiller en Ciencias en la Universidad de Harvard y en 1898 se casó con Leah Dunford. Gracias a sus esfuerzos por cumplir con su código de conducta, obtuvo importantes éxitos personales, académicos y científicos. En 1921 fue llamado por el Presidente Heber J. Grant para ser un miembro del Quórum de los Doce.

Termina un año y comienza otro; es una fecha en que hablamos de evaluaciones, proyectos y metas. Bien haríamos en resolver firmemente el camino que seguirá nuestra vida, teniendo en cuenta el consejo de Pablo: "Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." (Filipenses 3:13-14)

El tiempo pasado puede haber sido bueno, regular o malo; haber estado marcado por pruebas y dificultades. Puede ser que los errores nos hallan provocado angustia y dolor o que las caídas nos hallan dejado débiles y desanimados. Tal vez haya cosas de las que debamos arrepentirnos, sea que se trate de cosas malas que hicimos o buenas que dejamos de hacer. Pero nadie sino nosotros tiene el poder de decidir y hacer un cambio o ajuste de rumbo.

Aun cuando este proceso podemos hacerlo en cualquier época del año, la llegada de un año nuevo suele ser un mojón en nuestras vidas, con la capacidad de renovar nuestras fuerzas, hacer cambios y llenarnos de esperanzas. Es una excelente oportunidad de seguir el ejemplo de John A. Widtsoe y registrar en forma específica y escrita cuáles serán las pautas que fijarán nuestra conducta durante los próximos años.

Nuestro éxito no depende del azar, ni de los demás, sino de nosotros mismos, de nuestras decisiones. Y el éxito verdadero y eterno requiere estar centrado en el Plan de Salvación y en Jesucristo. Con la visión de nuestro propósito podremos decidir correctamente el rumbo a seguir; con Jesucristo como modelo, amigo y consejero, tendremos las fuerzas para hacer los cambios que los ajustes requieran.

Termina un año y comienza otro. El deseo común es "Felicidades", y concuerda con el propósito de nuestra existencia: "existen los hombres para que tengan gozo" (2 Nefi 2:25). Somos responsables de cumplir con ese mandamiento.

Aprovechemos esta época que, de alguna manera, nos renueva el alma y nos llena de esperanza, y resolvamos hacerlo.

Estilo SUD