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24 abr 2009

La Mujer y el Sacerdocio

Traducción libre no oficial del capítulo Nº 13 titulado “La Mujer y el Sacerdocio” (Women and the Priesthood) del manual The Latter-day Saint Woman: Basic Manual for Women, Part A, 91 (La Mujer Santo de los Últimos Días: Manual Básico para las mujeres).

Objetivo: El propósito de esta lección es ayudarnos a entender cómo el sacerdocio nos puede bendecir como mujeres.

El Sacerdocio beneficia a todos los miembros de la Iglesia

“[El sacerdocio] es… el poder de Dios delegado al hombre mediante el cual puede actuar en la tierra para la salvación de la familia humana” (Joseph F. Smith, Gospel Doctrine, 5th ed. [1939], 139). El Señor ha asignado al hombre la principal responsabilidad de gobernar y presidir sobre los asuntos de la Iglesia y la familia. A su vez usan este sagrado poder para bendecir y beneficiar a todos los miembros de la Iglesia: hombres, mujeres y niños. El Presidente Brigham Young declaró:



“El sacerdocio se usa para el beneficio de la humanidad entera, para la edificación de hombres, mujeres y niños por igual. De hecho no existe ninguna clase privilegiada en la Iglesia de Cristo… Los hombres tienen su trabajo que hacer y sus poderes para ejercer para el beneficio de los miembros de la Iglesia. …

“Así es con la mujer. Sus dones son empleados para el beneficio y edificación de la raza humana” (citado por John A. Huidote, comp., en Priesthood and Church Government, rev. ed. [1954], 92–93).

“Los hombres y mujeres tienen responsabilidades igualmente importantes pero diferentes en el hogar y en la Iglesia. El poder del Sacerdocio puede ayudar a cada uno a cumplir con sus responsabilidades para el beneficio de todos.

Debido a que el poder del sacerdocio está hoy día en la tierra, hay grandes bendiciones disponibles para todos los miembros dignos, ya sean jóvenes o viejos, hombre o mujer solteros o casados.

El elder John A. Widtsoe explicó otros beneficios del sacerdocio:
“Los hombres no tienen mayores derechos que las mujeres de reclamar las bendiciones que emanan del sacerdocio y acompañan su posesión. …

“El hombre posee el sacerdocio, lleva a cabo los deberes sacerdotales de la Iglesia, más su esposa disfruta con él de todas y cada una de las bendiciones que se derivan de la posesión del Sacerdocio. Esto se hace claro, por ejemplo, en el servicio del Templo en la Iglesia. Las ordenanzas del templo son distintivas del carácter del sacerdocio, y las más altas bendiciones del Templo sólo se confieren sobre un hombre y su esposa unidamente” (Priesthood and Church Government [1965], 83).

El élder Bruce R. McConkie explicó el rol acompañante del sacerdocio y la mujer: “En el verdadero orden patriarcal el hombre posee el sacerdocio y es la cabeza del hogar. … pero el no puede obtener una plenitud de gozo aquí o en las eternidades estando solo. La mujer está a su lado como coheredera con él en la plenitud de todas las cosas. La exaltación y la progenie eterna serán tanto suyas como de él. (DyC 132:19-20.) La divinidad no es solo para los hombres, es para los hombres y mujeres juntos. (DyC 132:19-20)” (Doctina Mormona, 2º ed. [1966], 844).

· ¿Qué bendiciones han venido a Uds. por medio del sacerdocio?

Todo miembro debe honrar y apoyar al sacerdocio
Así como todos en la Iglesia se benefician del sacerdocio, de igual forma todos son responsables de honrar y apoyar al sacerdocio. A los poseedores del sacerdocio se les recuerda continuamente “que los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo, y que éstos no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud” (DyC 121:36). De manera similar, a las hermanas se les aconseja honrar al sacerdocio, estar agradecidas por su poder, y mostrar respeto a aquellos que lo posee. Apoyar significa “promover los intereses o la causa de;… apoyar o defender algo como válido o correcto” (Webster’s New Collegiate Dictionary, 10th ed. [1993], “Support,” 1184).

Algunas de las formas que se sugieren de honrar al sacerdocio se pueden hallar en las siguientes escrituras:

· Muestre el póster de esta lista o escríbala en la pizarra. A medida que se va leyendo cada escritura, pregunte a las hermanas sobre sugerencias que les hayan ayudado a honrar el sacerdocio. Al lado de cada una de las escrituras, escriba dichas sugerencias.

DyC 19:23 Aprender de Jesucristo, escuchar Su palabra, ser enseñable

DyC 20:33 Dar oído, orar siempre

DyC 58:26-27 Estar anhelosamente empeñados en una buena causa

DyC 64:33-34 No cansarse de hacer lo bueno

La relación de la mujer con el liderismo del sacerdocio en el hogar

Es la responsabilidad del esposo presidir y guiar en el hogar. Un manual del Quórum del Sacerdocio explicó lo siguiente:

“Desde la perspectiva del evangelio, “liderazgo” no significa el derecho de dictar, mandar u ordenar. Muy por el contrario, significa guiar, proteger, indicar el camino, dar el ejemplo, apoyar, inspirar y crear un deseo de sostener y seguir. En forma literal, el esposo es quien lidera “(The Savior, the Priesthood and You [Melchizedek Priesthood course of study, 1973–74], 172).

Mientras que el padre es el líder en el hogar, “su esposa es su compañera, socia y consejera más importante” (Family Guidebook [1999], 2). El esposo y su esposa deben trabajar juntos para fortalecer a su familia y enseñarles a sus hijos los principios del evangelio. Al llevar a cabo su rol de consejera de su esposo, una mujer puede reforzar la posición de su esposo como cabeza del hogar y así promover una mayor unidad familiar.

Nosotras también honramos al sacerdocio cuando tratamos a nuestros esposos con la misma gentileza, amabilidad y amor que ellos deben tener como poseedores del sacerdocio. El Profeta José Smith aconsejó a la Sociedad de Socorro: “enseñar a las hermanas cómo comportarse con sus esposos, tratarlos con dulzura y afecto. Cuando un hombre está abrumado con problemas y dificultades, si el puede ver una sonrisa en lugar de una discusión o una queja –si el puede hallar dulzura, calmará su alma y aliviará sus sentimientos; cuando la mente está a punto de caer en la desesperación y el desanimo, necesita un solaz de afecto y dulzura” (History of the Church, 4:606–7).

La confianza y la unidad pueden hallarse en un hogar cuando ambos, tanto el esposo como la esposa, buscan sinceramente los intereses y la felicidad del otro. En tal contexto, ambos tendrán gozo en mutua compañía, y cada uno tendrá las oportunidades de desarrollo pleno.

En una revelación dada a Emma Smith, esposa del profeta José, se expone el rol de una esposa y su relación con el sacerdocio. El Señor le dijo:

“… Eres una dama elegida a quien he llamado…y el oficio de tu llamamiento consistirá en ser un consuelo para mi siervo José Smith, hijo, tu marido, en sus tribulaciones, con palabras consoladoras… Continúa con el espíritu de mansedumbre y cuídate del orgullo. Deléitese tu alma en tu marido y en la gloria que recibirá. Guarda mis mandamientos continuamente, y recibirás una corona de justicia…”. (DyC 25: 3, 5, 14-15).

• ¿Qué se instuyó a Emma que hiciera para con su esposo? ¿Cuáles son las bendiciones que llegan al seguir el mismo consejo hoy en día?

El poyo a los poseedores del sacerdocio en el hogar
Como mujeres en la Iglesia, podemos tener una gran influencia en los poseedores del sacerdocio en nuestro hogar. Podemos apoyar y animar a nuestros esposos, padres, hermanos e hijos en el cumplimiento de sus responsabilidades en el sacerdocio. Si pedimos una bendición y luego honramos esa bendición, estaremos comunicando nuestro apoyo al sacerdocio. También podemos apoyar a los poseedores del sacerdocio en nuestro hogar al incluirlos en nuestras oraciones. El Profeta José Smith aconsejó a las mujeres de la Iglesia de que “concentraran su fe y oraciones y que confiaran en sus esposos; … para que los apoyáramos y sostuviéramos con nuestras oraciones” (History of the Church, 4:604–5).

Debemos trabajar continuamente para perfeccionar nuestro carácter y llevar a cabo nuestras responsabilidades. También podemos necesitar animar y gentilmente recordar a los poseedores del sacerdocio en nuestro hogar de que deben honrar y magnificar sus llamamientos en el sacerdocio. Las mujeres jóvenes y las madres pueden hacer mucho para animar a los hombres jóvenes para que asistan a las reuniones y se preparen para servir misiones. El élder David B. Height dijo: “Uds. mujeres jóvenes tienen una poderosa influencia en el comportamiento de los hombres jóvenes… Vuestra influencia sobre los hombres jóvenes es importante. Uds. fortalecen los estándares de vestimenta y conducta” (in Conference Report, Oct. 1977, 85; or Ensign, Nov. 1977, 56–57).

Cuando una esposa demuestra una actitud positiva sobre su los deberes de su esposo en la Iglesia, le hace más fácil a él llevar a cabo esos deberes. Su actitud también les dice a sus hijos que es una gran bendición tener el sacerdocio en el hogar.

• ¿Cómo puede hacerlo una hermana para organizar sus actividades diarias de tal modo que ella pueda apoyar mejor a su esposo en sus llamamientos en el sacerdocio?

La relación de la mujer con los poseedores del sacerdocio en la Iglesia
Así como la mujer justa puede ejercer una poderosa influencia para bien al sostener a los poseedores del sacerdocio, ella también puede fortalecer a la Iglesia cuando apoya a los líderes en su rama y barrio y distrito o estaca. Nosotras apoyamos a nuestros líderes cuando aceptamos llamamientos en la Iglesia y los cumplimos fielmente, sabiendo que un llamado del sacerdocio es un llamado del Señor. Podemos honrar el consejo de los líderes del sacerdocio –nuestros esposos, maestros orientadores, obispos o presidentes de rama, barrio, los líderes de estaca y distrito y las Autoridades Generales. Debemos evitar criticar a nuestros líderes y enseñar a nuestros hijos que hagan lo mismo. El sostener y apoyar al sacerdocio es más que el hecho de levantar nuestras manos o simplemente decir que apoyamos al sacerdocio. Es aprender, orar, obedecer y servir en una buena causa.

El Señor ha proveído líderes del sacerdocio para que nos indiquen el curso a seguir, bajo la dirección del Señor. Nuestra responsabilidad, entonces, es escuchar y dar oído al consejo recto como si viniese del Señor. “Y lo que [los líderes del sacerdocio] hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo… será la voluntad del Señor,…la intención del Señor,… la palabra del Señor y el poder de Dios para Salvación”

Cuando Harold B. Lee era Presidente del Quórum de los Doce, dio el siguiente consejo a todos los miembros de la Iglesia sobre el apoyar a los líderes del sacerdocio y particularmente al profeta: “Debemos a aprender a dar oído a las palabras y mandamientos que el Señor dará a Su profeta, “según los reciba, andando delante de mí con toda santidad… con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca” (DC 21: 4-5). Habrá algunas cosas que requerirán fe y paciencia. Puede que no os guste lo que digan las autoridades de la Iglesia. Pueden contradecir vuestras propias opiniones políticas. Puede que contradigan vuestras opiniones sociales. Puede que interfieran con vuestra propia vida social. Pero si escucháis estas cosas, como si vinieran de la boca del mismo Señor, con toda fe y paciencia, la promesa es que ‘las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de Su nombre.’ (DyC 21:6)” (Informe de la Conferencia, Oct. 1970, 152; ó Improvement Era, Dic.. 1970, 126).

Conclusión

El sacerdocio es una gran bendición de dios para todos Sus hijos. Todos los miembros del sacerdocio deben honrar el sacerdocio y desarrollar atributos cristianos en sus relaciones con los demás en el hogar y la Iglesia. Las mujeres que están tratando de desarrollar estas cualidades pueden fortalecer a los poderes del sacerdocio y bendecir sus familias y a la Iglesia. La felicidad e influencia de la mujer crecerá a medida que honren y sigan a sus poseedores del sacerdocio.

Desafío

Use esta lección para aumentar su entendimiento del papel del sacerdocio en su familia.

Escrituras adicionales
· 1º Corintios 11:3,-12 (la relación entre el hombre y la mujer)
· Colosenses 3:18-24 (amaos los unos a los otros)
· 1º Pedro 3:5-7 (amaos el uno al otro)