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Aún cuando los temas y materiales aquí publicados puedan ser usados con tranquilidad por los miembros de la Iglesia, aclaro que éste no es un sitio oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

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9 jul 2009


RESPONSABILIDAD DEL SACERDOCIO
por el élder Harold B. Lee
Primer Consejero en la Primera Presidencia
Discurso pronunciado en la Conferencia General de Octubre 1971

Durante la semana pasada, hemos pasado un día y medio con nuestros Representantes Regionales de los Doce, dirigiendo su atención hacia el tema: "La Iglesia tiene necesidad de cada miembro, para que todos se edifiquen juntamente." Hemos descubierto algunas estadísticas que ahora han sido reducidas a gráficas que llevarán los Representantes Regionales a las diversas reuniones regionales, con el propósito de recalcar la necesidad de comunicarnos con aquellos que actualmente no se encuentran activos en la Iglesia.

Usaré las cifras de una gráfica para recalcar la importancia de lo que estamos tratando: tenemos 353.000 poseedores del Sacerdocio de Melquisedec en la Iglesia, la mayoría de ellos padres, y solamente 187.000 son activos, utilizando como base la asistencia a una reunión sacramental y una reunión de sacerdocio por mes. O, en otras palabras, se consideran activos con hacer solamente eso. De los 184.000 hombres, mayores de 21 años, que poseen el Sacerdocio Aarónico, la mayoría de los cuales también son padres de familia, únicamente 17.000 son activos. Hay también 48.000 miembros varones adultos que no han sido ordenados, y 117.480 esposos que no son miembros, la mayoría de los cuales también son padres de familia Por tanto, de aproximadamente 700.000 adultos varones, muchos de los cuales son padres, casi 500.000 basándonos en estas cifras, son inactivos, si incluimos a los varones que no han sido ordenados y a los esposos que no son miembros, al describir esta perspectiva de nuestro desafío.

Ahora, hermanos, estamos resueltos con una actividad determinada, a traer a estos hermanos nuevamente a la actividad, a cualquier clase de actividad.

Hace algunos años, un presidente de misión, junto con un grupo de sus misioneros de la misión de los Estados del Este, se encontraban reunidos en un salón con pilares que atravesaban el centro del recinto, y éste le dijo a uno de los misioneros:

—Póngase de pie y empuje ese pilar.

—Pero, — respondió el misionero, —no puedo.

—¿Por qué?

—Porque el peso del techo recae totalmente en el pilar.

Entonces el presidente preguntó:

—Suponga que ese peso fuese quitado. ¿Podría empujar el pilar?

El misionero replicó: —Claro que sí, creo que podría.

El presidente contestó: —Hermanos, vosotros y yo somos semejantes a uno de esos pilares. Siempre que tengamos un peso de responsabilidad en esta Iglesia, nada podrá movernos; pero tan pronto como se quite ese peso, la mayoría de nosotros nos convertimos en blancos fáciles para loa poderes que nos arrastran.

Nuestro deseo es poner una carga de responsabilidad en cada poseedor del sacerdocio, y sobre cada padre en cada hogar. Debéis recordar que si hemos de multiplicar el número de los llamados inactivos, por las familias de regular tamaño, estáis contando con cientos de miles de miembros de esta Iglesia quienes, a menos que hagamos algo al respecto, no será sellados en el templo y por tanto, no estarán juntos en una relación familiar en el más allá.

Recordad que la actividad es el alma de la espiritualidad.

Proponemos que introduzcáis esta clase de programa: deseamos que los obispos les indiquen ahora a los maestros orientadores y líderes de quórum que envíen los nombres de los miembros inactivos a los obispos, así como también sugerencias acerca de cómo comunicarse con esos individuos. A la vez, deseamos que los obispos envíen en la misma forma, estos nombres a sus presidentes de estaca, de modo que haya un esfuerzo y evaluación continuos por cierto período de tiempo en el cual enfoquemos nuestra atención en las personas en vez de los números; en donde probemos nuestro amor y actividad creadora, tratando de descubrir cómo podemos comunicarnos y ayudar mejor a estos miembros de la Iglesia al darles la oportunidad de servir a otros.

Hemos tenido a estos hermanos que os han dirigido la palabra esta noche, dirigiendo vuestra atención a este tema vital. Todos ellos han discutido diversos puntos de preocupación. Tenemos en la Iglesia a muchos hombres en diversas profesiones que han estado preguntando: "¿Por qué en vez de ser llamados a una misión proselitista, no se nos llama a una misión en donde podemos utilizar nuestros talentos, nuestras habilidades profesionales para ayudar a la obra del Señor?"

Este es un programa acerca del cual oiremos más, y este es un llamamiento a los doctores, enfermeras, agricultores, y otros, como misioneros regulares para salir costeándose sus propios gastos, tal como lo hacen todos los misioneros proselitistas, a brindar ayuda por un período de tiempo al ayudar a elevar la moral de nuestra gente en donde quiera que se necesite esa clase de auxilio. Podemos ver en esto una gran alza y un gran aumento de fortaleza de muchas de estas personas, que están suplicando que alguien les dé una oportunidad de servir en los campos misionales en donde pueden trabajar; para poder llegar hasta aquellos que, en cierto grado son menos activos de lo que deberían ser y darles algo para hacer. Utilizad vuestra imaginación, líderes, y aseguraos de que todos tengan alguna responsabilidad, con el sentimiento de que la Iglesia los necesita para un servicio específico.

Recuerdo, y creo que lo he mencionado antes, y lo repetiré esta noche, la experiencia del fallecido Adam S. Bennion (1) cuando fue a la penitenciaría del Estado de Utah. Era más intrépido que algunos de nosotros lo hemos sido cuando hemos ido ahí de visita; e inició una conversación: 'Muchachos, quisiera preguntarles ¿qué sucedió en su vida que los impulsó a cometer los errores que los trajeron aquí como prisioneros en la Penitenciaría del Estado de Utah?' Después de sentirse más en confianza, le respondieron:'Nos encontramos aquí porque hubo un tiempo en nuestra vida cuando se nos hizo sentir que a nadie le importaba lo que nos sucediera.'

Vosotros y yo nos encontramos esta noche en una medida relativa de seguridad, pero Dios ayude a cada uno de nosotros si algún día se nos hace sentir que nadie se preocupa por lo que nos suceda. Un padre, una madre, o un hijo, o alguien que no sea activo, que piense que nadie se preocupa, ese hombre o mujer se encuentra en una situación peligrosa, y queremos que vosotros rescatéis a todos éstos, trayéndolos ahora a una medida de cierta actividad, tan pronto como podáis reunir vuestras fuerzas para lograrlo.

Hace algunos años me encontraba presente en una reunión para matrimonios efectuada en Provo, cuando una simpática hermana dio su testimonio en cuanto al gozo que reinaba en su hogar desde que su esposo se había activado en la Iglesia. Relató sobre cuando fue al templo con su esposo; contó cómo había sido inactivo, cómo había fumado y no progresaba en el sacerdocio, y cómo alguien había podido influir en él y lo había ayudado para llegar a ser digno y listo para recibir el sacerdocio; por fin el obispo le había dado una recomendación para ir al templo. Después de describir esa noche maravillosa, dijo: 'He aquí, había cinco niñitas para ser selladas a sus padres. Este hombre de Dios nos unió como familia por las eternidades.' Y cuando terminó este relato y dio su testimonio, miró desde el púlpito a su esposo que estaba sentado frente a ella. Por un momento pareció olvidar que había allí otras personas y, como si estuvieran únicamente loa dos, le dijo:'Querido, no puedo decirte cuán felices se sienten las niñas y cuán agradecidas estamos por lo que has hecho por nosotras; porque, como ves, de no ser por ti que posees el sacerdocio, ni las niñas ni yo podríamos estar juntas como familia en el más allá. Gracias a Dios por un padre que posee las llaves y abre las puertas a un hogar familiar eterno."

Como me hubiera gustado que todos loa padres irresponsables en la Iglesia pudieran haber escuchado este testimonio. Por favor, os rogamos, a los poseedores del sacerdocio: despertad a estos padres ahora mientas todavía es de día y mientras todavía hay tiempo de que reciban sus bendiciones antes de que llegue la oscuridad. El Señor nos ayude a lograrlo ahora y a captar la visión y el mensaje que el presidente Tanner y estos hombres que han hablado esta noche os han dado; una idea de lo que podemos hacer si solamente ejercemos el sacerdocio, que es el poder de Dios por medio del cual obra a través de los hombres para la salvación de sus hijos. Que el Señor nos ayude a lograrlo, a captar esa visión y a llevar a cabo los propósitos de lo que estamos tratando de hacer en estos años futuros, lo ruego humildemente en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Publicado en Cumora.org