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29 ago 2009

Del diario de Parley P. Pratt

Junio 18 de 1855.

Nos llegarón las malas noticias del asesinato y entierro del Hermano Silas Beckwith.

El fue uno de los del Batallón Mormón en la guerra de Mexico, y era al momento de su muerte un miembro digno y maestro en la Rama de San Juan, California.

Visité a su esposa y huerfanos y pasé algunas horas en la casa de luto. En mi segunda visita aproveché y escribí los siguientes relatos pertenecientes a la historia de José Smith.

La Señora Eunice Corintia Beckwith, anteriormente Sra. Lawn, viuda de Jonh Lawn, Capitan de una compañía de la milicia de Illinois, del Condado de McDonough, quién custodió a José y Hyrum Smith en la carcel de Carthage, hasta la mañana del día que fueron martirizados. Cuando él y su compañía fueron dados de baja por el Gobernador Ford, regreso a casa dejando a los prisioneros en las manos de la turba de Carthage.

Antes de partir y dejar a los prisioneros le dió la mano a José y recibió de éste su bendición y le escuchó decir muy solemnemente “Adios, Capitan Lawn; cuando usted y sus hombres me dejen, se irá la protección de mi vida.” Antes de esto, sinembargo, José le había leido el Salmo 55 y le pidió que recordara ese capítulo y lo leyera a sus amigos cuando llegara a casa. Uno de la chusma de Carthage también leyó en respuesta el Salmo 61.

El Capitan Lawn y sus tropas habrian recorrido cerce de 12 millas hacia casa cuando la noticia del martirio les alcanzó, a lo cual exclamó: “Oh, de haber sabido de esa masacre, me hubiera quedado, y cuando la primera bala fue disparada a Smith, habría disparado la segunda al cuerpo del villano que la disparó, o muerto en el intento”

Un hombre de nombre Townsend , de Iowa, cerca del fuerte Madison, fue uno del populacho quien asaltó y forzó la puerta de la carcel. La pistola descargada por José Smith lo hirió en el brazo, cerca del hombro y continuó pudriendosele sin sanar hasta que le fue amputado, y aún entonces no sanaría.

Casi seis meses después que fue herido, la Sra. Lawn vió su brazo y lo curó, estaba gradualmente pudriéndose y muriendo por la herida. Con él permanecia toda la noche el padre de la Sra. Lawn, y se quejaba sin poder dormir. El le preguntaba al anciano, ¿Qué pensaba de José Smith como profeta?, éste le respondía que él no sabía. “Bien -decia Tawnsend- yo sé que él fue un profeta de Dios! y Oh, si me hubiese quedado en casa ocupandome de mis propios asuntos, no habría perdido mi vida siendo atormentado con una conciencia culpable y con esta espantosa herida que nadie puede curar!”. Murió dos o tres meses despues, habiendose literalmente podrido en vida.

James Head, del condado de McComb, fue también uno de los asesinos en la carcel de Carthage; fue escuchado por el Capital Lawn y otros de alardear despues de esto, el Capitan Lawn sacó su pistola para atraparlo, pero se escapó. Siempre estuvo melancólico y con problemas desde la vez que ayudó a asesinar a Smith y frecuentemente declaraba que veía a los dos martires siempre delante de él. No tuvo paz.

Un Coronel del populacho de Missouri, quien ayudó expulsar, saquear y asesinar a los mormones, murió en el hospital de Sacramento, California en 1849. Beckwith estuvo al cuidado de él, estaba siendo comido por unos gusanos grandes, negros y con cabeza, los cuales pasaban a traves de su cuerpo por millares. Antes de su muerte los gusanos salian de su boca y nariz. Literalmente se pudrió en vida, incluso la carne de sus piernas se reventaron y se caian de los huesos. Colocaron la masa putrefacta en una manta y la enterraron sin esperar un feretro.

Un hombre de la chusma de Missouri, murió en el mismo hospital, casi al mismo tiempo y bajo el cuidado del Sr. Beckwith. Su rostro y mandibula de un lado literalmente podridos y la mitad de su cara despedasándose. Uno de los ojos se le pudrió y la mitad de su nariz, boca y mandibula se le desprendieron de los huesos. El Doctor limpió los huesos, desprendió y quitó la mandibula hasta el centro del mentón. La podedumbre y los gusanos continuaron comiéndoselo hasta que se comieron toda la vena yugular de su garganta y se desangró hasta morir. El al igual que Tawsend apestaban tanto antes de su muerte, que ellos mismos tuvieron que pasarse a otro cuarto, pues era casi imposible permanecer en su presencia y las moscas no se podian espantar de ellos mientras vivian.

William T. Head, un oficial de la compañía del Capitan Lawn que se quedó en Carthage, testificó que vió a cierto hombre sacar un cuchillo grande para cortar la cabeza de José, cuando de repente y en medio de un día claro, sin nubes a la vista, un terrible trueno de relámpago retumbó furtemente, se dividió y relampageó en la cabeza de los asesinos y perfectamente paralizó a un número de ellos.

El rufian que habia levantado su cuchillo y había jurado con terrible juramento que tomaría la cabeza de José, quedo perfectamente paralizado, su brazo levantado con el cuchillo suspendido en el aire, no pudo mover ni un miembro. Sus compañeros se lo llevaron y volaron atemorizados de la escena.

Estas cosas y otras me fueron relatadas por el hermano Beckwith antes de su muerte.